viernes, 4 de junio de 2010

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

"Lisbeth Salander se ha tomado un tiempo: necesita apartarse del foco de atención y salir de Estocolmo. Trata de seguir una férrea disciplina y no contestar a las llamadas ni a los mensajes de Mikael, que no entiende por qué ha desaparecido de su vida sin dar ningún tipo de explicación. Lisbeth se cura las heridas de amor en soledad, aunque intente distraer el desencanto mediante el estudio de las matemáticas y con ciertos placeres en una playa del Caribe. ¿Y Mikael? El gran héroe vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y el reconocimiento profesional por parte de los colegas. Ahora tiene entre manos un reportaje apasionante sobre el tráfico y la prostitución de mujeres procedentes del Este que le ha propuesto Dag Svensson, periodista de investigación, y su mujer, la criminóloga e investigadora de género Mia Bergman. Las vidas de los dos protagonistas parecen haberse separado por completo..."

Luego de la excitante y avasalladora primera entrega, los personajes que tanto impacto crearon en Los Hombres que no amaban a las Mujeres regresan, esta vez con una trama mucho más personal en lo que se refiere a la vida íntima de los personajes y con una contundencia tal para con el nuevo tema de investigación de Millennium (tráfico de mujeres y trata de blancas) que las víctimas comenzarán a caer como moscas y todo se complicará para peor.

En primer lugar, y al contrario que en la primera parte donde Mikael era el personaje central, aquí el protagonismo descansa casi totalmente sobre Lisbeth Salander, quien ocupa toda la primera parte de la novela para contarnos que fue de ella en el final de la primera: Lisbeth descansa en el Caribe mientras estudia matemáticas e intenta resolver un antiguo teorema, disfruta de la soledad y, de paso, se encarga de un hombre que (por si la novela anterior no lo dejó en claro) no ama a su mujer. En esta sección es claro que la propuesta del autor es ahondar aún más en la psicología del personaje, describiendo cada situación y su reacción a ella por parte de Lisbeth. Su moral queda totalmente a la vista en esta segunda novela.

La sección que le sigue es volver al ruedo en Suecia bajo el tema del trafficking que investiga Millennium, ahora una revista de constante seguimiento por sus candentes tópicos que revelan los trapos sucios de una Suecia aparentemente perfecta. Una joven pareja se encarga de acercar este tema a la redacción; por X motivos, no todo terminará tan bien como ellos esperaban y por vueltas de la vida, Lisbeth Salander quedará sospechosa de varios crímenes, uno de ellos bastante ligado con su pasado. Una de las cosas que me encanta de Larsson es que nunca termina con sus personajes: hay varios secundarios que reaparecen en esta segunda novela, uno de los cuales es el disparador para la mayor parte de la acción en intriga de acá al final de la trilogía.

Gran parte de esta secuela se encarga de lidiar con la investigación policial de los crímenes; muchos nuevos personajes son arrojados al ruedo y sé que resulta difícil acordarse del nombre de todos los investigadores involucrados, pero al final vale la pena porque se les puede hacer un seguimiento mucho más cercano.
Una vez que el libro va cerrando su conclusión (con boxeadores fornidos y hombres gigantes a los cuales parece no afectarles el dolor) todo toma un cariz estrepitoso, hasta explotar en ese final adrenalínico que obliga al lector a conseguir inmediatamente el tercer tomo.

Hay varias cosas que tengo en vista de Larsson y me olvidé de comentar en la anterior reseña: por un lado, el autor viene del palo del periodismo, entonces tiene la idea concisa de explicar, sobreexplicar y describir todo con uno de los detallismos más certeros que he visto en años - esto logra que el lector se vea aún más inmerso en la trama, ya que estos detalles humanizan (aún más) a los personajes.
Otra de las cosas que me encantan es que, de vez en cuando, los personajes lanzan una oración como respuesta en inglés. Puede que sea una decisión elitista, pero me encanta como queda, y el efecto que provoca en el lector.

Cerrando, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina es una increíble segunda entrega de una saga maravillosa, que no le llegará a la altura de la primera entrega, pero sin dudas tiene un efecto terminal al final del libro que arrastra al lector a la lectura de la tercera y última novela de la serie.

Calificación: Muy Buena

No hay comentarios: